Los avances tecnológicos en el sistema financiero no se detienen y en nuestro país tenemos una enorme oportunidad para ofrecer mejores servicios a los usuarios, también mayor libertad para elegir cómo operar incrementando la competencia entre los oferentes y brindar un contacto o experiencia de usuario más simple, rápido y seguro.
La hoja de ruta para lograrlo consiste en profundizar el camino hacia una mayor interoperabilidad del QR -que próximamente debe permitir aceptar pagos con transferencia o tarjeta de crédito con el mismo QR impreso-, hasta alcanzar un mercado único de pagos con prácticas de “Open Banking” o “Banca Abierta”, tal como se conoce a los mecanismos para compartir enormes volúmenes de datos entre entidades financieras.
¿Cuáles serían los beneficios para las personas, empresas, entidades financieras? En el primer caso los usuarios podrán, con mayor libertad, elegir los productos que mejor se ajusten a su perfil y necesidades, de una forma más sencilla, con menor fricción y recarga de datos. Los emprendedores, las pequeñas, medianas y grandes empresas tendrán la posibilidad de procesar más datos de sus ventas y operaciones en conjunto en una manera más eficiente y rápida y las entidades podrán competir por medio de la innovación para alcanzar nuevos clientes, creando un mercado más dinámico y menos cautivo.
¿Qué necesitamos para lograrlo? La construcción de una normativa adecuada que resulte del diálogo y participación del sector público como regulador y del privado en su totalidad. Es decir, los diferentes actores del mercado, bancos, fintechs, empresas proveedoras de servicios de cobros y pagos, etc. con una mirada integral por la que se puedan alcanzar estándares internacionales. Claro está que dicha norma deberá contemplar especialmente el tratamiento de datos personales, seguridad, eficacia y trazabilidad de las operaciones.
La realidad nos indica que nuestro sistema se encuentra en una etapa previa evolucionado, como se dijo, hacia la interoperabilidad plena y que los actores privados están analizando los mercados de Reino Unido, Brasil y la Unión Europea, considerados de referencia a nivel mundial. En el primer caso, los británicos han trabajado fuertemente en el uso de APIs, el ajuste de los protocolos de seguridad correspondientes, mejorando las condiciones de conexión y acceso, desarrollando una interfaz que contribuye a una mayor flexibilidad y eficiencia, especialmente desde el punto vista de los usuarios. La Unión Europea emprendió este camino en 2016, haciendo hincapié en el consentimiento de los usuarios sobre el uso de sus datos.
Brasil, en tanto, lanzó en 2019 una consulta pública sobre la implementación del Open Banking definiendo finalmente su implementación en una serie de etapas, con el objetivo de mejorar la experiencia en el uso de servicios financieros, haciendo posible además que las instituciones participantes puedan hacer ofertas de productos y servicios para que los clientes tengan más poder sobre su vida financiera. De esta forma, quien posea más de una cuenta bancaria o tenga un préstamo en otra entidad, podrá ver toda su información en una misma plataforma.
Fue así como el vecino país posteriormente marcó un salto cualitativo con el registro de las entidades que pueden participar del esquema de Open Banking, aumentando la transparencia y estableciendo responsabilidades en el nuevo ecosistema.
Considerando la experiencia internacional en esta materia ¿Cómo definir cuál es el modelo más indicado para la Argentina? Definitivamente es necesario establecer un marco normativo que no solamente cuente con el aporte y la visión de todos los actores involucrados, sino que también contemple las particularidades del mercado local, las regulaciones existentes, los recientes cambios vinculados a transferencias y el avance a la plena interoperabilidad del QR, entre otros factores de relevancia.
Los desafíos en nuestro país son numerosos y el aporte que la creación de un sistema de banca abierta realizaría son numerosos; sólo a modo de ejemplo, se podría atender la demanda de sectores que hoy no pueden acceder a productos financieros por la complejidad que representa contar con un historial crediticio. Por otra parte, la mayor y mejor accesibilidad para operar con los servicios y productos facilitaría la inclusión de generaciones de no-nativos digitales, para quienes los avances tecnológicos representan aún una barrera.
Con la nueva etapa que se abre, la participación de autoridades en conjunto con los actores privados deberá tener como principal fin promover la simplificación y eficacia en la operatoria para los usuarios y el aumento de oferta de productos y la competencia de cara al sistema. En ABA estamos convencidos de que la Argentina cuenta con los recursos para lograr este propósito y nos entusiasma alcanzar este objetivo.